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UNA HISTORIA DE AMOR ENTRE UNA FOCA Y SU JEFE... HISTORIA DE AMOR QUE JAMÁS FUE. 

Hoy les quiero compartir un caso, el cual titulé, "una historia de amor entre una foca y su jefe, historia de amor que jamás fue". Les detallo a continuación de que se trata.

Este hecho sucedió hace unos 5 años atrás. Me encontraba en el mercado, haciendo mis compras y de repente me cruzo con una conocida con la cual había trabajado años atrás: Ana.

Ana trabaja en un importante empresa ubicada en una zona de negocios en Montevideo. Se trata de un call center, muy vanguardista y que trabaja fuertemente para clientes en el exterior. Ana trabaja como agente de call center. Hace menos de un año que trabaja allí, y hace mucho tiempo que no la veía. Ante mi encuentro con ella, le pregunto "Ana, ¿Cómo venís con tu nuevo trabajo? "

Ana, me mira a los ojos y me dice "Lucía, (hace una pausa) ayer me sentí una foca". Manteniendo la mirada y pidiéndome por otro lado una oportunidad para hablar.

Le respondo "Por favor Ana, cuéntame un poco más por qué decís eso. ¿Qué me querés decir?" En mi afán de estudiar el comportamiento humano y mi vocación por trabajar en recursos humanos es que le hice la consulta.

Ante lo cual Ana agrega:

"Nos encontramos trabajando en una gran campaña corporativa. Como tu sabrás, tengo asignado un cierto reto, el cual es alcanzar determinada cantidad de ventas. Para lo cual,he trabajado muy duro en estos 17 días de lo que va del mes. Se trata de un proyecto de alto impacto para la empresa, en el cual nos encontramos llamando a clientes de todo América Latina. Ayer Lucía, llegué a mi meta. Por la cual trabajé muy duro. Una sensación de alegría, deber cumplido y logro, se derrumbó en un segundo.Te cuento por que te digo esto."

Hace una pausa y me dice.

"Estaba trabajando en mi computadora, y a media tarde, mientras estoy atendiendo a un cliente Colombiano, veo que este cliente con su aceptación me permitirá llegar a mi meta. Llegué a la meta pensé. Llegué a la meta sentí. Una sensación de adrenalina, entusiasmo y euforia me había tomado. En ese momento, sigo atendiendo al cliente por quince minutos más.

Había alcanzado la meta. Me despido con alegría de mi cliente, corto la llamada y en ese momento me quito la vincha, levanto la cabeza por encima del monitor de la computadora y le grito a María, mi supervisora:

"¡¡María alcancé la meta!!".

Continuando: "En eso el tiempo como que se enlenteció: María, sin pensarlo extendió su mano y tomó de su cajón un chocolate. Sin sacar los ojos de lo que estaba haciendo lo tiro por encima de su computadora, el mismo voló hacia mi, directamente hacia mi, pasando por encima de mi monitor a una altura de un metro. Entonces, con mi energía y entusiasmo salté de la silla y tomé el chocolate entre mis manos, capturándolo con las manos abiertas, las cuales choque entre si.

Mientras que caía en la silla, lo vi. Me vi. Me vi de afuera. Lo vi clarito. Era una foca Lucía. Y acá toda esa energía y motivación se desplomó. Todo el trabajo de las últimas 3 semanas, se desmanteló. Y mi motivación descendió, cuando me di cuenta que me estaba comportando como animal amaestrado".

Ana encogió sus hombros y me miró, concluyendo su relato.

Y ahí pensé, cuantas veces sin quererlo promovemos esto? Ana tenía derecho de sentirse así. Claro que lo tenía. Fue lo que me relató en su vivencia. Para liderar te tienes que vincular con otros, debes conectar con ellos. María no conectó. No entendió que su trabajo era invertir de su tiempo, mirada, energía y proximidad con Ana. No se dio cuenta que se desconectó. Como sucede en la película Sexto Sentido, que el muerto no se da cuenta que esta muerto, María no se dio cuenta que se desconectó de Ana y que Ana por ende, no iba a trabajar igual en la próxima campaña.

Estamos corriendo contra el tiempo, y ello nos hace perdernos lo básico de estar conectados con los otros. Cortar lo que estaba haciendo, agarrar el chocolate dirigirme hacia el puesto de Ana, y felicitarla de corazón, estableciendo un contacto próximo, de primera mano, mirándola a los ojos. Y si dándole un chocolate como símbolo del esfuerzo realizado. Pero sobre todo, celebrando con la persona que esta en MI equipo y celebrando el éxito obtenido.

Claro María eso requiere energía, esfuerzo y salir de la zona de confort, y transitar la zona mágica, donde nuevas cosas suceden y me pueda conectar más con el otro, con mi equipo.

Como dice John C. Maxwell:

"Relacionarse es la aptitud de identificarse y establecer lazos con las personas de un modo tal que aumenta la influencia que se tiene sobre ellas".

Esto no sucedió. Fue solo una transacción.

Esta historia de amor, quiso ser, pero no fue.

FIN.

ANTONIA, LA TEMBLOROSA. ELLA NO SABÍA COMO TRABAJABA...

Antonia era una funcionaria que trabajaba hace más de 20 años en la institución, y siempre en la misma función, recibiendo a los niños, adolescentes, profesores, padres y directores del colegio, tanto personalmente como por teléfono. Conocía su trabajo con detalle y lo hacía con mucho amor.

Yo había entrado hace un mes al Instituto, en ese entonces con 26 años tenía un gran cargo, bueno siendo realista, tenía un gran nombre el cargo que ocupaba: Directora de Recursos Humanos.

Un día, recibo la llamada de una profesora de italiano, que se había presentado a un proceso de selección, que había abierto una semana antes. Esa llamada me la deriva Antonia, anunciándome que era Isabella, la profesora que yo había llamado una hora antes y yo no había encontrado.

Le comento a Isabella cuales eran las necesidades del Instituto y las condiciones del trabajo. Coordinando posteriormente una entrevista. Antes de cortar se da el siguiente diálogo: "Lucía, ¿Le puedo comentar algo antes de cortar?" a lo cual le respondo "Claro Isabella dígame. La escucho". Agregando: "La persona que me atendió el teléfono, Antonia, que encanto de mujer. Cuando llamé me escuchó atentamente, me dijo de que se trataba la posición y luego me orientó contigo. Y no solo eso... me deseo mucho éxito, me dijo ojalá que podamos ser compañeras de trabajo y me mando un beso. ¡Un beso me mando! Y luego me paso contigo".

Escuché lo que me decía Isabella atentamente, le agradecí el comentario, nos despedimos y cortamos la llamada.

Y ahí pensé ¿Qué hago? NO tuve dudas, ninguna duda. Inmediatamente llamé a Antonia a mi oficina. Ella estaba a pocos metros y llega enseguida. Antonia abre la puerta y pasa, sin mirarme a los ojos y con las manos temblorosas.

Viendo esto, voy enseguida al asunto. Antonia, ¿viste que llamo una profesora de italiano Isabella? Responde apresuradamente "Si Lucía, claro, yo te pasé el llamado." Justificando enseguida que ella había actuado bien, un tanto a la defensiva y con un tono fuerte. Ante lo cual le digo "Antonia escúchame. Isabella me dijo luego de coordinar con ella su entrevista que quería decirme algo antes de cortar. Me dijo: la persona que me atendió por teléfono y me paso contigo, es un encanto de mujer..." y le desarrolle todo lo que me había mencionado de ella, con detalle.

En eso Antonia, se le llenan los ojos de lágrimas, me agarra la mano y me la aprieta fuerte y sin poder hablar se va de mi oficina. Dejándome sola.

Antonia hace 20 años que trabajaba en la Institución ¿Y nadie le había dicho que hacía bien su trabajo? ¿Ella no tenía una confianza en sí misma para poder saber que trabaja muy bien? ¿Qué nos pasa que no le decimos a las personas las cosas que hacen bien?

Y con el tiempo pienso... ¿cuánto le salió a la Institución ese reconocimiento? Cero pesos. Dos minutos de mi tiempo y del tiempo de Antonia. Les podría contar, después de eso, como vinculo con Antonia creció y como una vez que a ella se le fue el nudo en la garganta pudo contarme muchas cosas de su trabajo y como esto impacto en nuestro vínculo laboral. Es una de esas acciones de alto impacto que generan en el otro el empoderamiento suficiente para poder trasmitir lo que deseen.

Personalmente, aprendí mucho de Isabella la profesora de italiano. Se tomó su tiempo para comentarme algo que ella valoró mucho de su interlocutora. Aprendí que esto muchas veces no sucede, y que por eso Antonia estaba en su derecho genuino de saberlo. No era información que me perteneciera, por el contrario, solo fui un canal para que llegara a Antonia. Esa era información que le pertenecía a Antonia.

No seamos egoístas. Las personas tienen el derecho de saber cómo se están desempeñando. Son caricias para el alma, que empoderan a las personas a dar más.


FIN

Lucía Malián

Dame tu feedback: ¿Encuentras alguna Antonia en tu organización? ¿Por qué sucede esto? 

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